La traducción aproximada de mindfulness sería atención o conciencia plena, y su propósito fundamental es la percepción del momento presente tal y como está pasando, sin evaluarlo ni juzgarlo, solo viviendo la experiencia. Y este solo debería ir en mayúsculas.
Los humanos, como cualquier otro animal, necesitamos que parte de nuestro tiempo esté destinado a vivir la experiencia del momento presente y a descansar de estímulos externos. Sin embargo, en la sociedad actual nos olvidamos muy frecuentemente de existir, de que es suficiente ser, y vivimos casi 24 horas en el modo hacer, tenemos que producir algo.
La mayoría de los occidentales vivimos conectados todo el tiempo al mundo exterior, preparados y alertas para saltar, responder, actuar, con las hormonas del estrés (cortisol) a niveles altos, y muchas veces sin ser siquiera conscientes de que hay otra forma de vivir.
Esta es la raíz de muchos de los casos de insomnio que afectan a gran parte de la población en algún momento de su vida. El sueño requiere la desconexión con el mundo exterior, al menos de forma parcial, y la disminución de la activación tanto del cuerpo, como de la mente y las emociones. Y hemos olvidado cómo se hace. Hubo un momento en que sabíamos hacerlo, sin ningún problema, como los niños. Hasta hace poco los niños eran un buen ejemplo de ello: terminaban su jornada diaria, cenaban, se aseaban, cuento y a dormir. Digo hasta hace poco porque los problemas de sueño comienzan cada vez a edades tempranas, la tecnología y la hiperestimulación también afecta a los niños.
Pero no todo es negativo. A la par que somos víctimas, testigos y hacedores de la era de la sobrecarga informativa o infoxicación, como se suele denominar a este fenómeno, también somos cada vez más conscientes de que necesitamos gestionar esta situación, somos conscientes de la afectación de esta tsunami de información en nuestras vidas.
La incorporación del mindfulness a nuestro día a día no cambia la realidad, pero sí el modo de relacionarnos con ella, y hará posible que a la hora de irnos a la cama seamos como niños con ganas de dormir.
Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.