Esther Alberca - Delfines

Los aviones, esas máquinas del demonio

Se acerca la “operación turrón” y muchas personas que residen en el extranjero se preparan para volver a su tierra natal a pasar las fiestas navideñas. Lo que podría ser un motivo de alegría puede transformarse en algo bastante incómodo, según desde donde viajes.

Los aviones nos permiten cubrir grandes distancias en poco tiempo. Algo extraordinario y exclusivo de la inteligencia humana. Pero ese privilegio tiene costes.

En la mayoría de las personas se da el efecto jet lag, que consiste en una situación fisiológica producida por la alteración del ritmo circadiano o reloj interno. Los síntomas más comunes son cansancio, insomnio, desorientación, falta de apetito, desgana y apatía, dolor de cabeza y náuseas. El que una persona presente más o menos síntomas depende de varios factores: la dirección y duración del viaje y factores particulares de cada individuo.

Si viajamos al norte o al sur solo notaremos las consecuencias de un viaje largo, excepto si cambia mucho la luz entre el sitio de origen y el de llegada. En ese caso, el reloj biológico se verá afectado, ya que la luz es uno de sus principales reguladores.

Las mayores dificultades se manifiestan cuando cruzamos husos horarios, en concreto en dirección oeste – este, teniendo que adelantar el reloj de pulsera y el biológico. Si es una estancia de poca duración, casi es mejor aguantar los efectos del cambio, pero si la visita será larga se puede ayudar al cuerpo a adaptarse al nuevo horario. La exposición a luz natural, algo de ejercicio y el manejo de las horas de sueño pueden ser factores importantes.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.

 

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