El día que hicimos la primera sesión de ZenTauro llovió, así que el cielo estaba de muchos colores y olía a campo.
Las personas que participaron no tenían experiencia con caballos, se sentían atraídas pero a la vez tenían miedo. Normal. Los caballos son animales poderosos, a los que hay que respetar. Pero no hay por qué tenerles miedo. Eso es distinto.
ZenTauro es una oportunidad para permitirse sentir, sin juzgar, y quizá después de aceptar esas emociones, diferenciar entre miedo y respeto.
El final de la sesión fue muy distinto del comienzo.
Eso fue lo que pasó aquel día. Cada sesión de ZenTauro es una experiencia distinta. Veremos qué vivimos la siguiente sesión.