Yo sonrío, la felicidad viene después

La dualidad cuerpo – mente cartesiana queda obsoleta, aunque a veces tendamos a subestimar, quizá por desconocimiento, la interdependencia de ambos conceptos. Darwin fue uno de los primeros en sugerir la reciprocidad en la relación cuerpo y mente y entre la emoción y la expresión fisiológica de la misma.

El estudio realizado por Fritz Strack en 1988 encontró que agarrar con la boca de distinta manera un lápiz provocaba un patrón de activación muscular distinto. Concretamente, al sujetar el lápiz solo con los dientes se forzaba una postura semejante a una sonrisa, mientras que sostener el lápiz con los labios, fruncía los labios. Se les mostraba imágenes cómicas a los sujetos, que eran evaluadas como más divertidas cuando los participantes estaban emulando una sonrisa. Resumiendo, si mi boca sonríe, el cerebro interpreta que estoy contenta.

Según algunas teorías, tendemos a recordar aquellos eventos coherentes con nuestro estado de ánimo, y a interpretar la realidad que nos rodea de forma afín a nuestro estado afectivo. Es un círculo retroalimentativo, por el que se tiende a perpetuar la emoción.

Así que ya sabéis. A sonreír, aunque sea sin ganas.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.

Al toque y a las palmas: el cerebro

Aprendí a bailar sevillanas en la guardería. El flamenco está presente en nuestras vidas de manera explícita o de forma encubierta, como en los gestos, las expresiones verbales o en la estética visual. Sin embargo, y a pesar de que permea nuestras vidas, es difícil encontrar estudios científicos sobre el tema. Pero es muy fácil encontrar preguntas.

¿Qué podría decirnos la neurociencia sobre el flamenco?. ¿Cómo se aprende y cómo se enseña?. ¿Qué es el duende, y cómo encontrarlo?. ¿Puede tener aplicaciones el flamenco a nivel terapéutico?.

Estas son algunas de las cuestiones que presentamos en el curso de la Universidad Pablo de Olavide ‘El porqué del flamenco. Poderío, singularidad, universalidad’ .

https://upoflamencosenruta.wordpress.com/

 

Los mismos caballos, distintos ZenTauros

En la segunda sesión de ZenTauro me llamó la atención cómo los caballos se comportaban de manera distinta con una persona o con otra.

Se puede decir que los caballos hacen de espejo, reflejando en función de con quien interactúen. No tienen dobles intenciones, ni alevosía o malicia, sino que responden de manera franca y directa a los estímulos. Así que aprender a observar sus respuestas puede darnos mucha información de nuestro propio comportamiento.

Fue una oportunidad para disfrutar del contacto con los caballos, con su juego, su fuerza, todas las sensaciones al montarse en ellos, y aprender a disfrutar de eso, sin más. Como si fuera poco.

Yo vi al primer ZenTauro

El día que hicimos la primera sesión de ZenTauro llovió, así que el cielo estaba de muchos colores y olía a campo.

Las personas que participaron no tenían experiencia con caballos, se sentían atraídas pero a la vez tenían miedo. Normal. Los caballos son animales poderosos, a los que hay que respetar. Pero no hay por qué tenerles miedo. Eso es distinto.

ZenTauro es una oportunidad para permitirse sentir, sin juzgar, y quizá después de aceptar esas emociones, diferenciar entre miedo y respeto.
El final de la sesión fue muy distinto del comienzo.

Eso fue lo que pasó aquel día. Cada sesión de ZenTauro es una experiencia distinta. Veremos qué vivimos la siguiente sesión.