Cuenta la leyenda que Pigmalión, rey de Chipre, no encontrando a la mujer perfecta con la que casarse, se dedicó a esculpir estatuas a su gusto. Tal fue su esmero, que se enamoró de una de sus creaciones, Galatea, la cual fue convertida en mujer por Afrodita, haciendo así realidad el deseo y el anhelo de Pigmalión.
Esta historia griega da nombre al suceso de la profecía autocumplida o el efecto Pigmalión, que puede tener consecuencias positivas o negativas.
Un ejemplo de efecto Pigmalión positivo podría ser que el hecho de que creer que soy capaz de hablar en público puede ayudar a que finalmente consiga comunicar mis ideas ante un foro, ya que me afronto la situación con confianza, tranquilidad, y “visualizando” una escena satisfactoria.
Los insomnes son un ejemplo de profecía autorrealizada con resultados menos positivos. Puede pasar que una persona que haya tenido una mala experiencia nocturna y un sueño no reparador, sienta ansiedad y preocupación ante la posibilidad de que ese episodio se repita a la noche siguiente. Conforme se acerca el momento de irse a la cama, su estado de inquietud aumenta, y también es mayor su certeza de que no va a poder dormir. Con este tipo de actitud, seguramente no consiga dormir, y si lo hace, el sueño no será reconfortante.
El acto de dormir es espontáneo, natural e involuntario, y, como he comentado en otras entradas, altamente incompatible con el estado de activación y preocupación.
Pero esta situación puede cambiar. Solo hay que saber cómo y tener consistencia y paciencia durante el proceso.
Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.