Por regla general, en nuestro día a día, hemos de ser productivos, rentables, fructíferos. Nuestra mente y nuestro cuerpo funcionan casi todo el tiempo en modo alerta, con el sistema nervioso simpático activo, que, como he comentado en otras entradas, nos prepara para la acción. Como resultado vivimos prácticamente con el mismo nivel de actividad, a veces, incluso en sueños. Y eso agota.
Las vacaciones son un invento relativamente nuevo, vinculado al sistema capitalista y localizado en el tiempo, y muchas veces en el espacio. Durante este intervalo muchas personas desconectan de su realidad diaria, cambian de rutina o/y realizan actividades que no hacen normalmente.
Aún sabiendo que hay una clara diferencia entre el período vacacional y el resto del año, creo que sería saludable incluir momentos vacacionales en cada uno de nuestros días.
Un momento de no hacer nada, o hacer algo que nos gusta, descansar 3 minutos, admirar el paisaje (aunque sea el habitual, nunca es el mismo cielo, la misma luz, ni la misma gente), y por qué no, deleitarnos en lo que considerarnos inútil, frecuentemente bello y necesario.
Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.
La práctica y sabia Teresa de Jesús inventó los recreos en los conventos que, creo , eran de una hora al día.