Dormir para recordar… y para olvidar

Muchas de las palabras relacionadas con el sueño empiezan por hipno o somno, haciendo alusión a las personificaciones del sueño en la mitología griega y romana, respectivamente. Hipnos era hijo de Nix, la noche, y hermano de Tánatos, la muerte sin violencia, y según algunas versiones vivía bajo el río del olvido. Durante mucho tiempo imperó la idea de que el sueño era una especie de muerte diaria, un vacío temporal. Sin embargo, ya hubo algún iluminado, como Marco Fabio Quintiliano, que en el siglo I d. C.  sostenía que durante el sueño sí ocurrían cosas, ya que observó que sus alumnos recordaban mejor sus lecciones tras una noche de sueño.

Y es que el sueño favorece, sin duda, la memoria. Durante el sueño se integra la nueva información con nuestro bagaje de conocimientos, de manera que se hace estable y resistente a interferencias. Este proceso se llama consolidación, y si queréis saber más sobre el tema podéis acudir a un gran número de publicaciones al respecto, mi tesis doctoral, por ejemplo (si hay alguna persona interesada solo tiene que pedírmelo, aunque está libre en internet).

Pero hay muchos otros procesos cognitivos relacionados con el sueño. Si es importante recordar es igual de importante olvidar, y durante el sueño se da una selección sináptica, de modo que permanecen las conexiones con más peso en detrimento de las más débiles.

En la próxima entrada hablaré de otros procesos que se dan de manera optimizada o incluso exclusivamente durante el sueño. Como conclusión para esta ocasión, decir que dormir lo necesario para cada persona y de manera reconfortante, ayuda al aprendizaje de cualquier materia. Patinar, tocar un instrumento, aprender la tabla periódica o a multiplicar, será mucho más fácil habiendo descansado, por no decir que en algunos casos es casi imprescindible.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte

 

 

Antes de la bombilla

Hay culturas para las que la palabra insomnio no forma parte de su vocabulario.

En un estudio realizado en tres poblaciones pre-industriales en áreas de clima tropical-ecuatorial (Yetish et al., 2015) encontraron que estas sociedades no dormían más que nuestra sociedad, siendo la media entre 5.7–7.1 horas, pero sin embargo sí duermen mejor.

Se hizo una valoración de la incidencia de insomnio en dos de las poblaciones de estudio, los San en Namibia y los Tsimane en Bolivia. Ya que la palabra insomnio no tenía una traducción directa en su lengua, los investigadores explicaron en qué consiste ese trastorno de sueño, y encontraron que entre un 1.5 % y 2.5 % del total de participantes experimentan insomnio más de una vez al año. Estas cifras chocan con el 10-30 % de insomnio crónico presente en las sociedades industrializadas.

Es de resaltar de este estudio la importancia de los cambios estacionales, tanto en la cantidad de luz como en la temperatura, sobre los procesos relacionados con el sueño.

Ya he comentado en otras entradas las consecuencias de ir en contra del ritmo natural de actividad, es decir, cuando se hace de noche, en lugar de irme desactivando porque la jornada acaba, enciendo la luz y el “día” puede continuar.

Pero sería absurdo, o por lo menos difícil, pretender no estar influido por la sociedad en la que vivimos. Sin embargo, creo interesante conocer cómo nuestra fisiología, y con ella el comportamiento, se ve modulado por determinados factores, y poder atenuar los efectos nocivos sobre nuestro bienestar.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte

Para leer más:

Yetish, G., Kaplan, H., Gurven, M., Wood, B., Pontzer, H., Manger, P. R., … & Siegel, J. M. (2015). Natural sleep and its seasonal variations in three pre-industrial societies. Current Biology25(21), 2862-2868.

Efecto Pigmalión

Cuenta la leyenda que Pigmalión, rey de Chipre, no encontrando a la mujer perfecta con la que casarse, se dedicó a esculpir estatuas a su gusto. Tal fue su esmero, que se enamoró de una de sus creaciones, Galatea, la cual fue convertida en mujer por Afrodita, haciendo así realidad el deseo y el anhelo de Pigmalión.

Esta historia griega da nombre al suceso de la profecía autocumplida o el efecto Pigmalión, que puede tener consecuencias positivas o negativas.

Un ejemplo de efecto Pigmalión positivo podría ser que el hecho de que creer que soy capaz de hablar en público puede ayudar a que finalmente consiga comunicar mis ideas ante un foro, ya que me afronto la situación con confianza, tranquilidad, y “visualizando” una escena satisfactoria.

Los insomnes son un ejemplo de profecía autorrealizada con resultados menos positivos. Puede pasar que una persona que haya tenido una mala experiencia nocturna y un sueño no reparador, sienta ansiedad y preocupación ante la posibilidad de que ese episodio se repita a la noche siguiente. Conforme se acerca el momento de irse a la cama, su estado de inquietud aumenta, y también es mayor su certeza de que no va a poder dormir. Con este tipo de actitud, seguramente no consiga dormir, y si lo hace, el sueño no será reconfortante.

El acto de dormir es espontáneo, natural e involuntario, y, como he comentado en otras entradas, altamente incompatible con el estado de activación y preocupación.

Pero esta situación puede cambiar. Solo hay que saber cómo y tener consistencia y paciencia durante el proceso.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
El mío es ayudarte.

Mente de principiante

Poco después de tomar esta foto, un potro se acercó a mi bicicleta para inspeccionarla. Utilizó sus labios para conocer el sillín y olfateó con curiosidad la rueda mientras yo le rascaba el lomo.

Los caballos no dan por hecho nada, como los niños. Por ejemplo, a un niño viajando en avión le puede sorprender que apretando un botón se encienda una luz tanto como volar a la altura de las nubes y poder verlas a través de la ventana.  A eso se le conoce como mente de principiante.

En ZenTauro promovemos la observación objetiva,  el aumento de perspectiva y  la capacidad de sorpresa y de disfrute.