Dormir: dejar de estar despiertos

Nuestro cerebro tiene distintas formas de funcionar según el momento del día y las demandas de la situación. No participarán las mismas áreas del cerebro ni será el mismo tipo de actividad neuronal si estamos leyendo en período de vacaciones frente al mar que si estamos en una reunión de trabajo o de vecinos. De igual modo, tampoco es la misma actividad cuando estamos despiertos que cuando estamos dormidos. De hecho, la regla general es que cuando estamos dormidos se inhiben los circuitos neuronales que nos mantienen despiertos, y al contrario, al estar despiertos los circuitos que promueven el sueño permanecen inhibidos.

Así funciona el cerebro de una persona que, llegada la noche, empieza a desconectar del día, a desactivarse y a bajar el ritmo.

¿Qué les pasa a los insomnes?

En el caso de las personas aquejadas de insomnio primario (el que no es consecuencia de ninguna enfermedad o tratamiento farmacológico) la diferencia en los patrones de funcionamiento cerebral durante el día y la noche no está tan clara. Dicho de otro modo, la forma de funcionar que tiene el cerebro prácticamente no cambia a lo largo de las 24 horas. Esto se traduce en que durante la noche presenta el tipo de alerta y de procesamiento de la información que debería estar limitado a los momentos diurnos, y durante el día no puede llevar a cabo ciertas actividades de forma totalmente eficiente porque su cerebro está agotado. Resumiendo, por la noche a los insomnes les cuesta dejar de estar despiertos.

Pero eso se puede mejorar. Con técnicas de desactivación y diseñando un programa personalizado de actividades que escalonadamente vayan disminuyendo el nivel de excitación cerebral y nos vaya preparando para caer dormidos.

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Año nuevo…la misma vida

Seamos honestos y realistas. Este año, no vamos a ser radicalmente distintos, ni haremos tantas cosas nuevas como se nos han pasado por la cabeza, por lo menos no todas a la vez. Por supuesto que el cambio es posible, pero las modificaciones son concretas, dirigida y discretas.

Concretas: elijamos un objetivo alcanzable y que nos haga sentir bien. Por ejemplo, no practicaremos un deporte si no nos motiva en absoluto o si nos resulta extremadamente difícil, o si lo hacemos, no lo haremos de forma continuada.

Dirigida: hemos de ser conscientes de la situación actual tal y como es, desear cambiar algún aspecto, conocer cómo hacerlo, y elegir el empezar el proceso.

Discretas: en japonés hay un término para nombrar la autorrealización o mejora continua, kaizen, que aunque se suele enfocar en los modelos de producción, a mí me parece interesante llevarlo al terreno personal. Este progreso continuo se fundamenta en procesos discretos, individuales, bien definidos. En mis consultas suelo proponer pequeños cambios, sin necesidad de sentirnos desbordaos con nuestros objetivos ni pretender un gran cambio inmediato, sino ir poco a poco, y además, disfrutar el camino.

Si quieres cambiar la forma de tomarte las situaciones difíciles, conectar contigo mismo, cuidar tu relación con el descanso, o llevar mejor el estrés e incluso disminuirlo, solo hay que empezar. Dando el primer paso.

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El mío es ayudarte.

Regala experiencias

La vida es una secuencia de momentos, no un cúmulo de pertenencias. En todo caso, importa qué hacemos con esas pertenencias, la experiencia con esas cosas materiales. Al final lo que recordamos, lo que disfrutamos, lo que tiene valor, son las experiencias. No hacemos fotos a chaquetones o móviles nuevos. Lo que queremos recordar y compartir son los momentos.

ZenTauro es una proposición, una invitación a disfrutar del momento, a hacer algo distinto y beneficioso, a aumentar el bienestar y el conocimiento de uno mismo, y a pasar un rato con caballos, fuera de la ciudad y del mundanal ruido.

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Los aviones, esas máquinas del demonio

Se acerca la “operación turrón” y muchas personas que residen en el extranjero se preparan para volver a su tierra natal a pasar las fiestas navideñas. Lo que podría ser un motivo de alegría puede transformarse en algo bastante incómodo, según desde donde viajes.

Los aviones nos permiten cubrir grandes distancias en poco tiempo. Algo extraordinario y exclusivo de la inteligencia humana. Pero ese privilegio tiene costes.

En la mayoría de las personas se da el efecto jet lag, que consiste en una situación fisiológica producida por la alteración del ritmo circadiano o reloj interno. Los síntomas más comunes son cansancio, insomnio, desorientación, falta de apetito, desgana y apatía, dolor de cabeza y náuseas. El que una persona presente más o menos síntomas depende de varios factores: la dirección y duración del viaje y factores particulares de cada individuo.

Si viajamos al norte o al sur solo notaremos las consecuencias de un viaje largo, excepto si cambia mucho la luz entre el sitio de origen y el de llegada. En ese caso, el reloj biológico se verá afectado, ya que la luz es uno de sus principales reguladores.

Las mayores dificultades se manifiestan cuando cruzamos husos horarios, en concreto en dirección oeste – este, teniendo que adelantar el reloj de pulsera y el biológico. Si es una estancia de poca duración, casi es mejor aguantar los efectos del cambio, pero si la visita será larga se puede ayudar al cuerpo a adaptarse al nuevo horario. La exposición a luz natural, algo de ejercicio y el manejo de las horas de sueño pueden ser factores importantes.

Y sobre todo, no dejes de perseguir tu sueño.
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